28 septiembre 2006

De novelas...?Cómo empiezan?

Estaba buscando un sitio tranquilo para morir. Alguien me recomendó Brooklyn, de manera que al dí­a siguiente salí­ de Westchester y fui para allá a reconocer el terreno. No habí­a vuelto en cincuenta y seis a?os, y no me acordaba de nada. Mis padres se habí­an ido de la ciudad cuando yo tení­a tres a?os, pero el instinto me llevó al barrio donde habí­amos vivido, arrastrándome como un perro herido al lugar donde nací­.
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27 septiembre 2006

Hola chicos. Después de leer las estupendas crónicas de Sara y Joaquí­n, me di cuenta de que quizás repito alguna de las cosas que ya decí­an ellos porque he tardado algo en transcribir lo que tení­a. Besos.

EN BUSCA DE PERICLES

EN BUSCA DE PERICLES
Sábado 23 de septiembre. Fuimos a Segovia con grandes expectativas, pero al llegar comprobamos poco a poco que el Festival Hay era imperceptible. Quizás nos imaginábamos unas calles pobladas de casetas de libros. O escritores a los que reconocer y observar de reojo, comprobando que son realmente de carne y hueso. ?Qué menos que juglares subidos a tarimas regalándonos sus versos entre el gótico y el románico! Ni siquiera carteles anunciando el evento fantasma.
Mary Cruz, Carmen, Joaquí­n, Norma y yo dirigimos nuestros pasos hacia la Plaza Mayor. Era allí­ donde probablemente se concentrarí­an todas las casetas. Para nuestra gran frustración, sólo habí­a una ridí­cula caseta. Parecí­a como si se hubiera perdido y estuviera allí­ por pura casualidad, esperando que la vinieran a rescatar.
Pero la frustración se vio compensada por la magia de vagar en esa ciudad de trazado imprevisible.
Nos encontramos con Mariajo y asistimos a la conferencia de Vila Matas, Lago y Monmany en San Juan de los Caballeros. El marco, impresionante, pero el sonido defectuoso. La hora de charla resultó escasa.
También fue inesperada la elección del restaurante. ?A quién se le ocurre ir a un búlgaro estando en Segovia y no comer cochinillo? A nosotros. La comida fue estupenda y la compa?í­a muy grata.
Luego visitamos la iglesia de San Justo, que tiene un maravilloso fresco en el techo. Norma y yo subimos al campanario por una escalera de caracol, estrechí­sima y empinadí­sima. Desde luego, se notaba que los seres que con mayor asiduidad pasaban por allí­, o volaban, eran las palomas, a juzgar por la espesa alfombra de cacas bajo nuestros pies. Me sentí­ como James Stewart en "Vértigo". Pero las vistas bien valieron la pena. ?Increí­ble, pero todaví­a tengo agujetas!
Finalmente coincidimos con la heroica Sara que, a pesar del gran trancazo y de la lluvia, es la que acudió al mayor número de conferencias.
Ya en Madrid y olvidándonos pronto del cansancio, fuimos a por nuestra Noche Blanca. Quedamos con Pura y en el Conde Duque nos hizo fotos el hermano de Joaquí­n, que expone allí­ sus fotos de la movida.
A diferencia de Segovia, la fiesta en Madrid era indudable. Las calles tomadas, filas de gente para entrar en los museos y auditorios, y buen rollo.
Por muchas horas, Madrid sí­ existió.

25 septiembre 2006

Mojados como hojas de libros en oto?o.

Las librerí­as de Segovia se habí­an escondido por detrás de la plaza del Azoguejo, bajo unas piedras más antiguas que las del Acueducto. Amenazaba lluvia pero, puestos a no haber, solo habí­a frí­o. Norma le hizo frente con un nuevo sweter (?se escribe así­?) rojo. Entonces acudió Mariajo que nos llevó a la iglesia donde hablaba Vila Matas junto a otros dos acólitos. Uno de ellos mujer, pero que también platicaba debido a que se trataba de un ceremonial laico. Breve, pero, a mi, Enrique (es mi amigo) me pareció que sonaba como llegado del más allá. Tal vez lo tenga sacralizado, pero así­ lo perciben mis oí­dos. Luego, aprovechando el lugar en donde estábamos, comimos en un Restaurante Búlgaro. Las musakas y las verduras no estaban mal, pero (yo guardé el secreto) las carnes, - o lo que fueran,- olí­an fatal. La lluvia nos esperaba fuera, y la Iglesia de San Justo (la más antigua de la ciudad), con sus frescos románicos y sus cagadas de paloma. Entonces llamó Sara que, contra viento y marea, se estaba adentrando en las murallas. La lluvia menguaba a intervalos pero no acababa de cesar. Y vuelta a la plaza a buscar libros. Segovia es una ciudad sin libros, pero con juderí­a y estatuas mojadas por los parques. Pronto habrí­amos de regresar. Pero entonces Sara. Y vuelta a lo clásico: el mesón de Cándido. Tal vez Sara nos pudiera mostrar algún libro: pero tampoco. Al menos certificamos que todos estábamos allí, secándonos como hojas de oto?o, en aquel momento.

Crónica de Hay-on-Way

Subíamos Gemma y yo por Juan Bravo con los ojos todaví­a brillantes de la emoción por haber cogido por primera vez La Sepulvedana. Planeábamos antes del primer encuentro con Rosa Montero y Juan Villoro en la Caja de Segovia, visitar los puestos de libreros que, con ocasión del Festival, creí­amos iban a invadir la Plaza Mayor. El viernes era soleado y el silencio de la provincia nos descansaba del bullicio chirriante de Madrid. A un lado y otro de las calles nos reencontrábamos con iglesias, alcázares, y casas del siglo XV, que nos parecí­an novedosas al mirarlas con la inocencia de las turistas accidentales. Al llegar a la plaza no vimos puesto alguno y pensamos que a lo mejor era demasiado temprano. Sentadas en una terraza al sol tomábamos café con brioche entre extranjeros, mientras esperábamos el montaje de las librerí­as y hací­amos planes. Ta?eron doce veces las campanas de la catedral y por fin nos percatamos de un quiosco de madera verde de cuyo tejado colgaba una sábana con la leyenda: Asociación de Libreros de Segovia. Nos acercamos esperanzadas, pero la dependienta pronto nos regaló la decepción: sólo estaremos nosotros y los de The Guardian, así­ están las cosas, dijo con una sonrisa se?alándonos a unas chicas sentadas en un banco que repartí­an periódicos. Pero podéis ir a nuestra tienda, a?adió después de desplegar un mapa. Escuchamos sus explicaciones y hojeamos libros de Vila-Matas, McEwan y Lesing. La casa verde, bautizamos al quiosco.

Algo desencantadas fuimos a recoger a Freya, una amiga canadiense de Gemma, al Museo Esteban Vicente. Ella nos llevó a un restaurante y tomamos judiones y ponche segoviano para curarnos la depre. Por la tarde, escuchamos a McEwan entrevistado con inteligencia por Juan Villoro en el teatro Juan Bravo. Ian, reconoció no haber leí­do a escritores espa?oles o hispanoamericanos contemporáneos y dijo que sus tres novelas favoritas eran Madame Bovary, Ulyses y Herzog. En fin, que la tarde prometí­a a pesar de que una tos tenaz se apoderaba de mi garganta. Luego, Carmen Posadas abortó con sus coqueteos y tonterí­as lo que pudo haber sido una charla interesante con Martin Amis. Una pena.

Habí­a oscurecido y una brisa helada anunciaba lluvia. Agotadas regresamos a la estación de La Sepulvedana. Al dí­a siguiente yo habí­a quedado con Norma, Silvia y Joaquí­n, pero los escalofrí­os me hicieron cambiar algo los planes.

19 septiembre 2006

De novelas...?Cómo empiezan?

20. "Nunca he dado principio a una novela con tanto recelo. Si la llamo novela es únicamente porque no sé qué otro nombre darle. Su valor anecdótico es escaso, y no acaba ni en muerte ni en boda. La muerte todo lo termina, y es, por lo tanto, adecuado final de cualquier narración; mas también concluye convenientemente lo que en bodas acaba, y yerran quienes, por alardear de avisados, hacen burla de aquellos desenlaces que la costumbre ha dado en llamar felices. Opina sanamente el vulgo que, sobre aquello que en desposorios termina, no es menester a?adir más. Cuando mujer y varón, tras la vicisitudes que se deseen, terminan por unirse, cumplen una función biológica, y el interés que suscitaron es trasladado a la generación venidera. Mas yo dejo al lector en el aire. Este libro está compuesto con mis recuerdos de un hombre a quien traté í­ntimamente con largos intervalos, y poco sé de lo que pudo acontecerle durante ellos. Supongo que ejercitando mi imaginación podré rellenar esos huecos y lograr, de esa manera, mayor coherencia para mi narración; pero no deseo hacerlo. Quiero limitarme a dejar escrito aquello que verdaderamente llegó a mi noticia"

14 septiembre 2006

De Tiresias y Apollinaire

Al hilo de lo aportado por Cangreja a La Cena:
Tiresias es un adivino griego que aparece en todos los episodios mitológicos relacionados con la ciudad deTebas. Fue él quien aconsejó que se entregara el trono de la ciudad al vencedor de la Esfinge; más tarde sus revelaciones conducirán a Edipo a descubrir el misterio que rodeaba su nacimiento y sus crí­menes involuntarios.
Tiresias era ciego desde joven. Según algunas versiones, su ceguera habí­a sido causada por la diosa Atenea, que le castigó así­ por haberla sorprendido mientras se ba?aba, aunque como compensación le concedió el don de ver el futuro. En la Odisea (Canto XI), Ulises irá a consultarle al Hades para averiguar las circunstancias en que se desarrollará su regreso a Itaca. Según otras versiones, Tiresias habrí­a sorprendido a dos serpientes mientras se apareaban y habí­a matado a la hembra, quedando convertido en mujer. Siete a?os más tarde, en circunstancias similares, mató al macho y recobró su sexo primitivo. Esta experiencia única hizo que Zeus y Hera recurrieran a él como árbitro en una discusión sobre quién, el hombre o la mujer, experimentaba más placer en el amor. Cuando Tiresias afirmó que la mujer experimenta nueve veces más placer que el hombre, Hera, indignada le castigó dejándole ciego, pero Zeus le otorgó el don de la profecí­a y una larga vida equivalente a la de siete generaciones humanas. Volveremos a encontrarle, en efecto, en el ciclo tebano, desde la época de Cadmo hasta la expedición de los Epí­gonos.
El significado esencial de la figura de Tiresias reside en su papel de mediador. Es ante todo, por sus dotes proféticas, un intermediario entre los dioses y los hombres, pero lo es también, por su condición andrógina, entre los hombres y las mujeres y, por la duración excepcional de su vida, entre los vivos y los muertos.
El personaje reaparece en la literatura europea en su doble carácter de profeta y de andrógino desde el Edipo rey de Sófocles (425 a.C.). En el drama surrealista de Apollinaire Las tetas de Tiresias (1917), Teresa, una joven feminista casada que se niega a tener hijos, se convierte en un "se?or mujer" después de liberarse de sus pechos y adoptar el nombre de Tiresias; su marido, en cambio, se ocupará de traer miles de hijos al mundo para repoblar la ciudad de Zanzí­bar. Teresa reaparece al final de la obra bajo los rasgos de una cartomántica, paródico vestigio del papel profético de Tiresias. La figura del adivino tebano desempe?a un papel importante en la obra del poeta inglés T.S.Elliot Terreno vago (1944), donde, a través de su función de adivino, puede aparecer como una figura simbólica del creador.

12 septiembre 2006

Las tetas de Tiresias

?Hola! ?Hola! He retomado mi relación con el ordenador, suspendida por el intenso y agradable verano. Espero que el vuestro también haya sido muy bueno.
Joaquí­n, me parece bien la idea de reunirnos el próximo martes. ?Ahora ya entiendo el humo que entraba por mi ventana!
Tení­a un escrito que habí­a hecho después de nuestra última tertulia y que finalmente no colgué por pereza, y auqnue resulte algo desfasado, os lo enví­o.

La hora palpita en los relojes pero nuestras calles no están solas. Llegamos a nuestro término, después de recorrer los mismos sitios que hací­a tres semanas, cumpliendo una vez más con el eterno retorno, cosa que nos remite a ese otro gran escritor mexicano que hemos leí­do no hace mucho, Juan Rulfo. Todo se repite, el tiempo es cĂíclico, como la estructura del relato y como los elementos que refuerzan esa circularidad: glorietas, esferas, rondas.
Para gran regocijo de los gorriones, las ca?as vienen acompa?adas de las deseadas patatas fritas. Estamos en un placentero rincón de Madrid que, afortunadamente, es una negación de esa otra ciudad formada por la voracidad de los políticos, escenario polvoriento de graşas que semejan mástiles de barcos inútiles habitados por marineros de cascos blancos y chalecos reflectantes.
La terracita está muy concurrida y destaca entre los murmullos nuestra caótica pero intensa tertulia. La lucha por la palabra es brutal. La urgencia por explicar y cerrar el relato apremia.
Pero el relato no se deja. Hay un tono oní­rico y surrealista acentuado por figuras retóricas como la personificación, distorsión del tiempo y el espacio, constante presencia de relojes y ojos, juegos de luces y sombras.
Como relato surrealista aquí no intervienen los mecanismos de control de la razón, la concepción de la realidad es diferente. Para Breton "la más fuerte imagen surrealista es aquella que muestre un grado de arbitrariedad más elevado".
Los efluvios de la cena posterior, colorida y exuberante, nos sumergen en ese mundo donde la delgada lí­nea que separa lo real de lo fantástico se quiebra y se vuelve a unir.

Y aquí­ va una reflexión de Baudrillard que me gusta mucho:
"A fuerza de proezas técnicas hemos alcanzado tal grado de realidad y objetividad, que podemos hablar de un exceso de realidad que nos deja mucho más ansiosos y desconcertados que el defecto de realidad que, por lo menos, podemos compensar con la utopía y lo imaginario, mientras que para el exceso de realidad no existe compensación ni alternativa".

Abrazos.

?Programa?

Hoy es martes 12 y, como prometí­, ya estoy de vuelta. Abro el correo y no hay más que "spams", pero en el Blog tengo "cosas" de Efí­mera y de Norma. ?Que bien! Y además con muy buenas ideas y programas. (Hecho en falta cosas de Cangreja y de Adla, no por otra razón sino porque también ellas son asiduas al Blog) y me he puesto a pensar... De tanto pensar, acabo de idear un plan de reencuentro para la temporada que, más que se avecina, ya está aquí.
Podriamos reunirnos el próximo martes 19, donde siempre, a las 7 y media, para contarnos las vacaciones, proponer lecturas, exponer nuevas ideas (yo mismo tengo alguna) y programar lo de Segovia que a mí­ me parece muy interesante. (En principio propondría pasar todos,- los que puedan,- un dí­a entero allí­. Paseando, viendo libros, entrando en alguna conferencia, etc... Para mi el dí­a ideal es el sábado 23. Habla mi "fuhrer" Vila-Matas. Pero será cuestión de tratarlo.) Para el jueves 21, tengo programada una charla sobre "JUAN RULFO.FIGURAS EN EL PÁRAMO" en la Casa de América a las 19,30. Con el escritor Jorge Volpi y Carlos Garcí­a Gual. (Muy apetecible). Luego, el viernes o sábado a Segovia. Serí­a un buen principio de curso.
Necesitarí­a la urgente contestación, por Blog o telefółnica, para poner en marcha la temporada (si es que os parece que sea así­) y para llamar de inmediato a las "Chicas sin blog" (que no se enteran)... Pura, Carmen, etc...
Lo de vernos el martes es porque es nuestro dí­a mágico y porque tengo, el viernes, boda en Sepúlveda que me va a ocupar ese dí­a y el siguiente, pero estoy abierto a cualquier otra posibilidad. Besos y muy hasta pronto.

08 septiembre 2006

Hay Festival

Lo he encontrado. Aquí­ está el programa (con los precios) en espa?ol:

http://www.hayfestival.com/segovia

Por cierto... las entradas son un poco caras. Es una forma de asegurar de que quienes asisten están muy interesados y de que los debates pueden ser interesantes, pero se les ha ido un poco la olla.

Hay-on-Wye.

Lo de Hay-on- Wye, town of books, que comentó en ABC a NF, se celebrará en Segovia entre el 21 y 24 de septiembre, creo que están intentando un fringe (programas de actividades paralelas y festivas), con bandas de jazz, etcétera. Dicen que van a venir Ian McEwan, Martin Amis,Doris Lessing, Juan Villoro, Eric Hobsbawn, Ian Gibson y también escritores espa?oles. Si os parece bien, podí­amos analizar si aprovechando el evento organizamos algo. Creo que la nuit blanche de Madrid es el 23, sólo se solaparí­a un dí­a, bueno, una noche. Hablamos.

07 septiembre 2006

Escritura muy rapida (por el calor)

Llegué el martes a Madrid. Por las noches me ahogaba (acostumbarado como estaba a la buena vida). Hoy acabo de morirme por esta semana y me largo de nuevo a mi campamento de El Escorial. Por eso escribo rapido, con el tiempo justo de leer el correo y los blogs pendientes. Creo que deberí­amos empezar el curso en Segovia, aprovechando la semana mágica de la Literatrura. Efí­mera nos prodrí­a contar en que consiste el evento. Yo como en el juego de la oca (de martes a martes y tiro porque me toca) vuelvo el próximo martes. Espero encontraros a todos bien. Llevo movil, aunque acostumbro a perderlo u olvidarlo. Pero funciona. (Lo que son las prisas)

04 septiembre 2006

Edith Wharton

Ahora el placer de "Los ni?os", una de las novelas menos conocidas de Warthon, es mucho mayor que sólo su vital actualidad. La acción trepida, los personajes son ricos y coherentes, las descripciones tienen precisión, las metáforas derrochan originalidad. Pero eso es algo que uno da por hecho en un nombre como Edith Warthon. Más aún cuando se leen oraciones tan brillantes que parecen sin esfuerzo: "Continuó abrazándola en silencio, escuchando el repiqueteo de la lluvia en la ventana a medio abrir y sintiendo el frí­o olor a cementerio de la tierra en oto?o...".
"La vejez no existe; sólo existe la pena. Con el paso del tiempo he aprendido que esto, aunque cierto, no es toda la verdad. Otro generador de vejez es el hábito: el mortí­fero proceso de hacer lo mismo de la misma manera a la misma hora dĂía tras dí­a, primero por negligencia, luego por inclinación, y al final por inercia o cobardí­a."Una mirada atrás", memorias de Edith Wharton.