24 febrero 2010

Melancolía

El tres de febrero de 2006 escribí un post titulado: "Más humo en Ramales".

Chisi ya no estaba con nosotros y Luza tenía ganas de fumar.
Mi abuela estaba ingresada

Ahora las tres pasean por las veredas de cielo.

MÁS HUMO EN RAMALES
Seguimos con nuestro Hombre Lento. Hablamos de metaficción: verbo en presente y narrador en tercera. Se escucha, a veces, la voz del autor. Todo recuerda a Samuel Beckett.
Georg, el marido de Sara, fue novio de una nieta del irlandés. Pirandello y Felipe Alfau también nos visitan. Llega Cierralanoche y quiere que nos movamos al área de fumadores. Silencio y argumentos. Hablamos de los correos con virus que nos enví­a Cierralanoche. Alguien le ha boicoteado el yahoo. Mal rollo para una escritora. Cierralanoche quiere fumar, se siente perseguida por la nueva legislación. Le decimos que salga y el camarero, señorita, puede en la barra, mientras él limpia la mesa, de verdad, sin problemas. Y Cierrralanoche dice que se va, y se marcha. La niebla cubre nuestra mesa y seguimos con Hombre Lento, pero entristecidas por el atropello de nuestra amiga, mujer rápida. Pues vaya. En la página 82, aparece Elizabeth Costello. Palimpsestos, alumna de El Mono Rojo: una escritora sin inspiración también está coja. Escritura, realidad, ficción Bebo tila y como panchitos. Y Chisi, mientras le traduce unas cartas a San Pedro, que ella nunca habí­a visto tal excentricidad. Llegan Pura, Bea y Carmen. Todas y Joaquí­n alrededor de un libro.
Nos veremos en Marzo:
Dí­a 7: Mientras agonizo, de William Faulkner.
Dí­a 28: Pura, preparará la novela Reflejos en un ojo dorado, de Carson McCullers.
Hoy, he visto a mi abuela, continua en el hospital, camina con el andador. Mujer con coraje. Joaquí­n, te prometo que ella también resiste.

2 comentarios:

Efervescente dijo...

Yo también recuerdo aquel día de despedidas. Ahora corrijo mi novela con las acotaciones y los comentarios de Cierralanoche y me estremezco. Usaba un rotulador color rosa pero le gustaba vestir de oscuro.

Efímera dijo...

Luego de esa tarde no tuve la oportunidad de hablar con Luza. Pero siempre la llevaré en el corazón como a Chisiy Ana. A Anade la conocí menos. Lástima que el mediterráneo no pudiera curar su horfandad. Ahora que paso muchas noches sola me acuerdo de las tres, pues hay que ver que mala es la soledad, aunque sea solidaria como la de Gala